Este es ejercicio de académico de los alumnos de Tercer Semestre de Comunicación Social para la Paz |
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EPITAFIOS DE LA PIEL (Por Johana Prieto y Jorge Andrés Bello) |
La industria del tatuaje en Chapinero
ha ido creciendo vertiginosamente y uno de los elementos que permite su
desarrollo es la presencia de 15 universidades que hacen parte de este sector y
el 80% de jóvenes que confluyen y tiene receptividad ante este tipo de práctica.
Es por eso que cuando se recorren los diversos lugares chapinerunos se ven las
calles inundadas de jóvenes que tienen en su piel diferentes dibujos llenos de
colores que reflejan el ambiente heterogéneo (entretenimiento, diversión,
comercio) de este lugar.
El
tatuaje va más allá de un complicado y bello dibujo, trasciende los
sentimientos más recónditos de las personas que deciden plasmarlo en su piel.
“Cada tatuaje que tengo en mi cuerpo me recuerda algo o a alguien” afirmó
Magne, un tatuador de la localidad de Chapinero. Esto da a entender que el
tatuaje no tiene un significado universal sino que depende de la persona que lo
posea. La mayoría de las personas descubren la esencia del tatuaje después de
haberse tatuado. Es ahí cuando éste se carga de diversos significados y
comienza un proceso de sensibilidad acerca del tema por parte de las personas
que lo practican.
La
historia de esta legendaria tradición comienza en la época antigua-clásica
donde se usaba como castigo. Los individuos acusados de sacrilegio debían ser
tatuados, sin embargo, esta práctica se abandonó lentamente al extenderse el
cristianismo en el Imperio Romano. A pesar de la antigüedad del tatuaje en el
mundo, en Bogotá éste surge oficialmente
en la década de los 80’s y en Chapinero a principios de los 90’s. Su
nacimiento en la capital estuvo a cargo de extranjeros, ya que
no se tenía mucha idea acerca de las técnicas para la elaboración del
mismo. Entre 1998 y 1999, la calidad del diseño se optimizó, debido a la gran
cantidad de tatuadores que empezaron a surgir, generando competencia y obligándolos
a mejorar. Sólo en este momento es donde empieza a tener importancia en el
contexto de Bogotá.
El
término tatuaje deriva de la palabra Ta-tau, que en polinesio significa marca
sobre la piel. Este vocablo fue introducido en Europa en el siglo XVIII. En ese
entonces tatuarse no significaba un hecho de rebeldía, por el contrario era un
signo de integración social. Los maoríes de Nueva Zelanda, los Escitas de Asia
y los egipcios, fueron los primeros en tatuarse artísticamente. Pero el tatuaje
también fue una forma popular de adorno en China, India y Japón, así como en
numerosos pueblos primitivos de Colombia, Brasil y la región del Gran Chaco
(Argentina, Paraguay y Bolivia) donde se tenía la creencia de que los tatuajes
protegían contra la mala suerte y las enfermedades.
El
tatuaje hoy en día no tiene la misma función de años atrás, esta práctica
tiene diferentes usos y uno de los campos en el que más se destaca es en la
religión, porque a pesar de que la Biblia dice “y no haréis rasguños en
nuestra carne por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna: Yo Jehová”
(lev 19-28), algunas religiones como el budismo asegura que todos los caminos de
la piel conducen a los dioses, así el tatuaje no sea bien visto ante la
sociedad por el legado adquirido tiempo atrás, esta religión no permite que
nada se interponga en lo que se trata de expresar y la expresión. En realidad
al plasmar sus ideologías sienten que Buda esta más cerca de ellos. Otro campo
en el cual se destaca esta práctica es en el grupo social de los Skin Head o
(cabezas rapadas) que plasman una esvástica (símbolo Nazi) con una línea
atravesada diagonalmente, que quiere decir que van en contra del pensamiento
nazi.
Otro
rol en el cual se desempeña esta industria es en el medio artístico, ya que
quienes viven de este oficio no sólo requieren de un aprendizaje, sino de
talento, habilidad y destreza para llevar acabo dicho oficio. Del mismo modo
esta práctica se consolida como arte en el momento en que se involucra el
dibujo (la aerografía), porque es una forma de expresión artística. Pero no
todo es trascendental en este ámbito, también existe otro uso: la moda, pues
cuando algunas personas se tatúan sólo
lo hacen por satisfacer un capricho, por copiar a los demás. “Me arrepiento
tanto de haberme hecho este tatuaje, por quererme ver el chico play la termine
embarrando, pues ya me pasó la fiebre y quiero este dibujo fuera de mi piel”
refuta Bernardo -un comerciante de Chapinero- cada vez que ve en su piel un
tribal negro que para él no significa nada.
Pero
aparte de la carga simbólica e histórica es necesario ver el aspecto operativo
del mismo pues al momento de realizar un tatuaje es necesario tener en cuenta
que el sitio esté lo más aseado posible, que las agujas a utilizar sean
esterilizadas y desechadas para evitar enfermedades como el Sida o la hepatitis.
Se requiere el uso de algodón y guantes quirúrgicos, entre otros, pero ante
todo una máquina profesional y buenas pigmentaciones (colores) que por lo
general se obtienen en sitios reconocidos. Un tatuaje debe hacerse con gente que
realmente tenga un conocimiento del tema y sea un excelente dibujante, ya que es
un símbolo que va a quedar de por vida en el cuerpo.
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