Este es ejercicio de académico de los alumnos de Tercer Semestre de Comunicación Social para la Paz

 



LAS SECTAS SATÁNICAS RONDAN A CHAPINERO

(Por Alejandra Rodríguez C.)

“Hacían una especie de sopa con huesos y sangre de las tumbas que saqueaban... todos probábamos... también alabábamos niños muertos y por lo general culminábamos teniendo relaciones sexuales todos con todos... siempre drogados. Casi nadie está en sano juicio en esos ritos...”. Este crudo testimonio fue relatado a Escenario por Ana María, una joven de 19 años que hasta hace muy poco tiempo pertenecía a un grupo satánico en la localidad de Chapinero, y cuyo asentamiento se encuentra en la Zona Rosa.

¿Satanismo en Chapinero? Si, y su incremento es cada vez más preocupante. La historia nace el 30 de abril de 1966 cuando Anton Szandor Lavey, creó la iglesia de Satán que contó con unos 2.000 miembros y total legalidad en Estados Unidos. Su propagación llegó a tierras colombianas en 1968 cuando un hombre que se auto-proclamaba el “papa negro” funda en Pereira el santuario tántrico de Sudamérica, patrocinado por una secta llamada “Los hermanos de la sombra”.

Su proliferación fue instantánea y uno de los blancos principales fue la capital del país. Según el Departamento Administrativo de Seguridad - DAS- en 1998 se hablaba de aproximadamente 50 asociaciones que desarrollaban este tipo de prácticas, pero hoy por hoy, el DAS registró al menos 250 nuevas sectas, cuyos adeptos se concentran principalmente en Ciudad Bolívar, San Cristóbal Norte y Chapinero. Las ceremonias que llevan a cabo este tipo de grupos son realmente complejas y remiten a una cultura inmersa en la carencia de valores humanos.

“Había un bombillo rojo, las paredes eran negras, los niños muertos tenían una puñalada en el corazón y las manitos estaban cortadas para desangrarlos”, afirma Ana María. Los rituales se convierten en  un medio directo, donde el hedonismo y el poder que representa pertenecer a este tipo de grupos, se convierten en algo realmente embriagante. Envuelven a quienes pertenecen a el, en actos tan crueles como el relatado por esta joven, donde se alaba y se venera “al príncipe de las tinieblas”.

Es alarmante que en una localidad tan tradicional como Chapinero, estos actos se realicen, y más aún porque los grupos toman fuerza y se consolidan cada día más, logrando incluso, una estructura que crea una contraposición al cristianismo.

Todo esto sumado a un sistema de valores que en muchos casos no responde a las necesidades de una población tan vulnerable como la juvenil, a un núcleo familiar que quizá no ha logrado estructurarse como tal, a la ignorancia y más aún, a la  desinformación respecto al satanismo por parte de los distintos entes educativos, se convierten en factores que inciden fuertemente en el constante crecimiento de esta problemática.

“Yo estaba esperando el bus, había peleado en mi casa y estaba llorando, un tipo se me acercó, me habló amablemente, me puso un pañuelo en la nariz y me montó a un taxi... primero, fui obligada... luego decidí quedarme, y no entiendo aún ¿por qué?...”, relata la joven respecto a su ingreso a las sectas satánicas.

Trajes negros, bafomet (Cruz Satánica), estrellas pentagonales, cementerios... el problema quizá no radica en ello, sino en el acelerado proceso de conformación de tribus urbanas que logran vulnerar la integridad y cuyo auge repercute en diversos aspectos sociales, como lo afirma el antropólogo Miguel Álvarez en su libro “Tribus del Diablo”.

La problemática es compleja, y  resulta precipitado tomar posiciones respecto al tema. Hechos tan graves como la presencia de ideas dogmáticas que aferradas a las distintas vulnerabilidades humanas, enceguecen la razón.

Ana María hoy rehace su vida,  intenta encontrarse consigo misma y con su familia. El Chapinero de ayer fue su infierno, hoy sólo pretende ser el lugar donde vive y estudia. “Me duele los que murieron... los que sufrieron... los que no logran salir aún de eso... pero lo que más me duele, son las personas  que levantan su mirada y asumen que nada pasa, o peor, que nada les puede pasar”.


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