Este es ejercicio de académico de los alumnos de Tercer Semestre de Comunicación Social para la Paz

 



CÁNCER DE SENO

(Por Nury Marcela Vargas)

Ana María Urrego se levanta a las cuatro de la mañana, de lunes a viernes, para alcanzar a dejar todo listo en su casa, llevar a las niñas al colegio y llegar a tiempo al trabajo.  Pese a sus molestias físicas  deja a un lado los dolores y sigue como  dice "su larga y pesada jornada diaria". A pesar de que se toma sus medicinas a tiempo, en muchas ocasiones los dolores son tan fuertes que obligan a Ana a "bajar la guardia".  Sin embargo, el amor que siente por sus hijas hace que esta mujer de  42 años  de edad haga hasta lo imposible por prolongar su vida.

Ana padece cáncer de seno, que  consiste en la transformación de células benignas en células malignas que crecen en forma autónoma y desordenada. Cerca de cien mil  mujeres al año reciben la noticia de padecer  esta enfermedad. "No se conocen las causas  exactas, sin embargo, los estudios muestran que el riesgo de padecer  cáncer de seno aumenta conforme  la mujer envejece.  Esta enfermedad es muy rara en mujeres menores de 35 años, no obstante las adolescentes desde los veinte años, deben cuidarse ya que ésta se engendra sin haber sido detectada", comenta Julián Fernández, cancerólogo de la Universidad del Rosario.   

Son varios los factores de riesgo que conllevan a padecer este tipo de cáncer. Entre ellos están los antecedentes familiares y las  alteraciones genéticas,  que son los más conocidos. Aunque los golpes en los senos no son factores primordiales para adquirir un cáncer, es mejor evitarlos.

En el caso de Ana, un golpe fue el causante de la enfermedad. "Cuando mi niña mayor tenía 10 años quedé  embarazada. La alegría de tener un nuevo hijo y de ver que podía ser el último, me hizo tomar la decisión de que sería yo quien lo cuidara hasta que entrara a un jardín.   Hice con Anita todo lo que con Laura (la mayor) no pude.  Un día le estaba cambiando el pañal y la niña sin querer me dio una patada en el seno derecho.  El dolor  fue inmenso, me duró aproximadamente una hora, pero no le presté mucha atención.  Meses después  me apareció una bolita debajo de la axila muy cerca al seno. Pese a las molestias que ésta me daba, no le di la importancia que merecía" - cuenta Ana. Este tipo de enfermedad se detecta principalmente cuando las mujeres se practican la citología, de allí son remitidas a mamografía en donde se les hacen los estudios requeridos.

Los tumores benignos no son cáncer y de ser tratados a tiempo se pueden operar y en muchas ocasiones no vuelven a aparecer.  Pero de no ser tratados a tiempo, pueden convertirse en tumores malignos y así dar paso a una enfermedad terminal: cáncer.

"Cuando me enteré que tenía cáncer en el seno derecho mi actitud fue aterradora, no podía creer que por un golpe y, aún peor,  por un descuido, tuviera que emprender una lucha contra esta enfermedad terminal”, dice Ana.

En la mayoría de las ocasiones las personas que padecen algún tipo de enfermedad de alto riesgo, varían su comportamiento y no sólo se ven afectadas físicamente, sino que además, su estabilidad emocional, pierde su ritmo. Amanda Rey,  psicóloga de la Universidad de la Sabana, argumenta que " el hecho de que las personas se vean en una situación en donde su vida corre un gran peligro, hace que ellas, en muchas ocasiones se desquiten con aquellos que los rodean, pero en otras  se encierran en su dolor y hacen de él un problema  individual".

"Ese martes 23, llegué a mi casa y me encerré a llorar en mi cuarto, mis niñas me preguntaban por qué, pero no podía contestarles nada.  El primero en enterarse fue mi esposo, quien al principio me apoyó rotundamente, pero ahora que la enfermedad me ha tomado, ya ni me determina. No había día que no llorara, me aterraba la idea de tener que asistir a la quimioterapia, había visto a personas que se la hacían y el dolor que me producían no se comparaba con el que sentía en ese momento  al verme expuesta a lo mismo", relata Ana. Su aspecto físico tuvo un cambio radical. Pasó de pesar 75 kilos a 63, las ojeras se hicieron notorias, el cabello comenzó a caerse, de la mujer radiante y colorida ya no quedaba nada, ahora sólo le resalta el color pálido y la triste mirada de sus ojos. "Mis hijas al verme así lloraban y se preguntaban por qué me había pasado eso a mí y no a otra persona. Creo que ellas están muy afectadas, han dejado de hacer muchas cosas que les gusta por ayudarme en los quehaceres de la casa y no verme sufrir".

El primer sitio al que acude un paciente  terminal es a la Liga Nacional Contra el Cáncer, no obstante no es el único sitio al que recurren, ya que muchos de ellos van también a bioenergéticos, curanderos y demás.

Las alternativas a las que acude una persona  con enfermedad terminal, en muchas ocasiones le trae perjuicios a su salud ya sea dolores de estómago, de cabeza, y algunas veces, de riñones.

"He probado cuanto remedio me recomiendan pero lo único que he logrado es enfermarme del estómago, de los riñones, pero no he logrado nada para curar esta enfermedad", comenta Ana.

Por ahora ella asiste a sus terapias, trabaja moderadamente, ya que en muchas ocasiones ha tenido que abandonar la empresa  a causa de sus dolores,   y no pierde la esperanza de que quizás los tantos remedios caseros y no caseros que prueba le sirvan para seguir prolongando su vida y así ver crecer a sus hijas. Y pese a no tener un seno, se siente orgullosa de ser mujer, y habla sin ninguna dificultad de su caso, porque para ella es importante que las mujeres prevengan esta enfermedad y no padezcan el  mismo sufrimiento que vive con  su familia.


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